Jaime Alberto Carvajal Giraldo es un joven músico de
Medellín que con tan solo 19 años de edad ha pertenecido a varias bandas de la
ciudad y actualmente desarrolla tres proyectos musicales que, poco a poco, se
han convertido en la sustentación de su propia filosofía de vida.
Jaime nació el 18 de diciembre de 1992 en la clínica Soma,
ubicada en el centro de la ciudad. Él comenta que su lugar de nacimiento no fue
una casualidad, siempre ha sido un gran admirador y amante del Centro y sus
zonas; dice que desde pequeño creó una conexión indescriptible con los lugares
que componen su diario vivir, puesto que así como nació, vive y habita la
mayoría del tiempo en sus espacios.
Siendo las 10:22 de la mañana, cerca al Teatro Pablo
Tobón Uribe, Jaime, un tipo delgado de estatura promedio, llega al lugar tomando
un jugo de uva. Su postura es algo encorvada y su cabello corto, castaño oscuro
y despeinado le cubre un poco su rostro.
- ´´¿Qué más pues?´´, saluda Jaime a su amigo
Marco, quien lo esperaba en una de las bancas de la fuente que queda afuera del
teatro.
- ´´Todo bien, esperándolo hace como media hora
que salí del trabajo´´, responde Marco, quien es actualmente su compañero de
casa. Ellos, amigos desde hace unos años, son fanáticos del comic, las ilustraciones y la música.
-´´¿Tenés clase ahora?´´, pregunta Marco después
de gozarse un rato a un policía que intenta cruzar la calle y es interrumpido
por el paso de varias motos y carros.
-´´Nada, hoy es día de relajo´´, responde mientras
toma el último sorbo de su jugo de uva.
Entre el ruido de los carros, motos, vendedores
ambulantes y personas que pasan con un afán notorio, Jaime y Marco hablan sobre
lo que ha sido vivir en el Centro. Acostumbrarse al
ambiente no es fácil, cada vez hay más movimiento, más sonidos, más gente, desde
los niños que van a las guarderías hasta los habitantes de la calle que se
acercan a la fuente cada uno con pretensiones diferentes, ya sea contemplar o
simplemente robar un poco de agua.
Los empleados de Espacio Público cruzan de un lado a
otro, intervienen a vendedores ambulantes, les piden papeles, ayudan a una
señora a cruzar la calle, piden a los venteros con parlantes que bajen el
volumen, y en general velan por el ambiente de la zona.
El Centro y su gente se vuelven la temática de discusión
de los dos amigos que después de varias horas, entre risas, bromas y
pensamientos que salen al aire sobre lo que es vivir en un ciudad donde la
pobreza y la idea del progreso van de la mano, una arrastrada por la otra,
terminan caminado a casa, no para ir a descansar, puesto que han descansado
toda la mañana, sino para preparar su comida. Son las 12 y es la hora del
almuerzo.
La casa de Jaime y Marco se encuentra dividida por un corredor
largo rodeado de puertas. Al entrar a la habitación de Jaime, varios fazines,
revistas de comics, y afiches de
bandas de rock decoran la pared. Dos guitarras, una eléctrica y otra acústica,
cuelgan del lado de la ventanaseguidas de una biblioteca grande con varios
estantes; el de la derecha lleno de CD y el de la izquierda lleno de libros.
Varios cuadernos pentagramados se encuentran en el
escritorio de la habitación. Jaime estudia en Bellas Artes el programa de
música desde el 2011. En la Institución, el programa fue aprobado en el 2007, y
en este se brinda una oferta instrumental en: guitarra, batería, bajo
eléctrico, canto lírico, trompeta, saxofón, violín, percusión latina, entre
otros.
Actualmente, el instrumento al que se dedica Jaime es el
piano. Él argumenta que lo que más le gusta de este instrumento es la pureza
con que salen las notas y la habilidad auditiva que ha desarrollado gracias a
la práctica.
En un principio, al presentarse al programa, él no
contaba con las bases teóricas suficientes para iniciar la carrera profesional
por lo que se encuentra en el preparatorio; entre sus clases ve materias como
Apreciación Musical, Lactoentonación y Práctica Coral.
A él no le preocupa no haber pasado inmediatamente al
pregrado puesto que está seguro que cuando finalice el preparatorio, iniciará.
Desea también abordar estudios de composición porque
dentro de su filosofía está expresarse creando y no tocando piezas de otros
como lo es el enfoque de intérprete. Su pasión por la música es notoria, no
sólo por la ambientación en su cuarto, lleno de afiches, instrumentos, varios
pedales, sintetizadores y CD, sino también porque lo primero que hizo al entrar
fue poner música y cada vez que sonaba el coro cantaba y simulaba la práctica
de los instrumentos de la canción.
Mientras Marco sirve el almuerzo, Jaime le sube el volumen
a la canción. Entre sus artistas y bandas favoritas se encuentran Sonic Youth,
JSBX, Butthole Surfers y Big Black.
Además, dice que lo que más le gusta comer es carne y
cada vez que puede prepara salsas para acompañarlas. La nevera está llena de
frascos con grumos de salsas de colores diferentes, y aunque la cocina no es su
especialidad, los platillos que prepara van muy condimentados y esto le da a su
comida un sabor más exótico.
Jaime escogió la música como una forma de vida y espera
que esta le dé su sustento; aunque no hay una respuesta específica para hablar
de futuro pues en su filosofía de vida se encuentra el vivir al máximo el
presente.
Idealizar el mañana se vuelve una pérdida de tiempo,
sabiendo que hoy puede estar haciendo lo que le gusta: tocar guitarra, cantar y
componer.
En el 98 Jaime vivía con su primo Alejandro Vélez, para
entonces un adolescente que andaba metido en la onda del punk y pertenecía al
grupo los Punks de las Torres de Bomboná. Fue él quien le presentó a Jaime este
tipo de música y desde ese primer encuentro no la ha dejado de lado, pues sintió
que era algo que hacia parte de él.
En séptimo grado del colegio y después de una ardua
insistencia a sus padres, Jaime entra a clases de guitarra y son estas las que
le brindan algunas bases de solfeo y percusión, mientras poco a poco se va
adentrando más al mundo de la música. Ya en noveno de bachillerato conforma su
primera banda junto con algunos compañeros del colegio.
Según su mamá, su amor por la música venía desde antes; desde
pequeño le gustaba mucho el ruido, volviéndolo después algo armonioso.
Regañado constantemente por parte de vecinos y sus padres
debido al alto volumen de la música y en medio de la construcción de su
identidad, Jaime decide volcarse del punk al rock.
La rebeldía, lo estruendoso y varias influencias de
bandas de la época y artistas como Dead Kennedy’s permitieron que él descubriera
parte del sentido de su vivir: el contacto continuo con la música.
Después de reposar el almuerzo y hablar brevemente sobre
su primer acercamiento en la actividad musical, los dos amigos salen de la
casa. Marco se va a trabajar de nuevo y Jaime aprovecha que tiene el día libre
para ir al parque de Boston. Llegando a su destino, se detiene en una tienda de
helados y saluda cordialmente a todos. Allí se encuentra con Ana Isabel, una
amiga de la universidad; quién le pregunta por Byron, uno de sus mejores
amigos.
- ´´¿Byron? Todo bien, insistiendo para que vamos a la
exposición de Arango en Taller 7´´, responde Jaime.
- ´´ ¿Vos vas a ir?´´, pregunta Ana.
- ´´ Creo que sí, depende de cómo se torne el día, vos
sabés que yo asisto a muchas de esas cosas culturales, uno tiene que sollarse la ciudad´´
El reloj de la iglesia marca las 5 de la tarde, y varias
señoras entran. Es la hora del rosario, y Jaime se despide cordialmente de Ana
y regresa a su casa.
Sentado en su escritorio se dispone a editar algunas
mezclas de audio que tenía grabadas. Entre sus equipos tiene un sintetizador,
un mixer y varios pedales con los que
agrega efectos a lo que graba. Su primer proyecto musical se llama Puntos Tres,
es una faceta personal donde realiza de forma individual ejercicios de
producción.
La actividad, según él, se facilita gracias a los equipos
con los que cuenta y que ha comprado con ahorros que ha logrado unir después de
varios meses de trabajo en la tienda de sus padres, ubicada en la Placita de Flores.
A Jaime no le gusta trabajar allí pero a veces cuando desea darse cierto tipo
de gustos debe hacerlo para así ahorra dinero.
Puntos Tres posee un estilo similar al de la música
electrónica, sin embargo, lo que él plasma en los audios que graba aparte y que
luego une para formar la canción son estructuraciones de lo que pasa por su
cabeza. Un manejo de la expresividad propia desde una perspectiva más libre que
la cotidiana, donde la melodía solo consiste en la unión de los audios.
Jaime, mezcla los sonidos pregrabados que se encuentran
en sus dos computadores y edita junto con las herramientas que complementan y
adhieren efectos a los sonidos. La producción, dirección y edición es actividad
creativa y original.
Él, dice que a veces trata de hacer temas que suenen como
proyectos que le gustan de otras bandas porque siempre se presenta el juego de
las influencias, pero es inevitable que con los gustos propios, el
perfeccionismo y la autocrítica, la creación no quede con algo original; algo
que permita reconocer que es de él. Sin embargo, este trabajo ha sido un poco
opacado por su segundo proyecto musical, Regina 11.
Ésta banda se crea a partir de todos los fracasos que
Jaime tuvo al intentar tocar en una banda de tipo formal. En un principio,
después de varias deserciones de los compañeros de la banda del colegio,
intentó entrar en otras bandas de las que lo sacaron o él se retiró por
discrepancias en tono, ideologías, letras, estructura y composición en general.
En la agrupación Moby Dick perteneció un año, se retiro y
junto con José Gallardo crean Regina 11.
En sus inicios, esta agrupación solo contaba con dos
integrantes, Jaime en la guitarra y la voz, y Gallardo en la batería. No es tan
común que dos personas que se llevan 10 años de diferencias se acoplen tan bien
en una agrupación que lo que busca es quejarse de las políticas de la ciudad,
por medio de descripciones poéticas que se mezclan en la música y generan un
sonido fuerte y expresivo, con una finalidad: demostrar que se puede hacer
música a partir de la inconformidad, con muchas de las situaciones que
acontecen en la ciudad y que viven estos dos tipos de personas, diferentes en
rasgos y similares en ideologías.
La banda se conformó en el 2011 y algunos de los títulos
de los temas de su autoría son: Italohispter,
Hoy no fío, mañana sí y Zuco o Pequeñas
Glorias.
La primera presentación formal aconteció el 18 de abril
de 2012, en el marco del Festival de la Semana Fantástica, un evento organizado
por la Semana del Cómic y al que asistió Amadeo Gonzales, un ilustrador
peruano. Después de este evento, ambos integrantes recibieron muchas críticas,
que según ellos se basaron en el interés del público por el tipo de música que
hacían, y decidieron invitar a tocar la batería a Alejandro Allana, uno de sus
amigos, pasándose Gallardo a tocar el bajo.
Desde entonces son 3 integrantes y han participado en
eventos como El Suiche y varios toques por la ciudad.
La banda espera sacar un disco en diciembre de 2012 titulado
“Canciones bonitas”, y sus integrantes afirman que, por medio de la música, es
importante reconocerse a ellos mismos y dar cuenta de lo que sucede en el país
partiendo de la propia interpretación, mezclando rock y música electrónica.
Es la hora de la comida, 7 de la noche, y a casa llega
Marco. Los dos se dirigen a la cocina, sacan unas arepas y, mientras las
preparan, suben el volumen de la música. Jaime se pone a cantar lo que suena, y
después de un rato comenta que a él antes no le gustaba cantar, sin embargo con
Regina 11 el canto se le ha vuelto un reto.
Lograr la técnica y tener la afinación adecuada es
difícil, y requiere de práctica y dedicación, pero le gusta hacerlo porque su
pasión musical se centra en la escritura y composición, el trabajo con la
espontaneidad, la música como un medio y expresión artística para crear la
obra, trabajar y utilizar las ideas inmediatas para crear algo.
´´La composición requiere de conocimiento, forma y
estructura y en ese aspecto actualmente fallan muchas bandas; buscan una
producción para endulzar el oído, o ganarse a sus amigotes, más no basándose en
una expresión artística, un trabajo riguroso con el lenguaje y tratamiento de
las palabras´´.
A las 9 de la noche, Jaime y Marco cogen sus papeles, un
buso y se van de camino al Parque del Periodista. Ellos antes salían al parque
de El Poblado, pero argumentan que ese lugar se ha vuelto muy aburridor e
inseguro, que la música que ponen ya no es la misma de antes, la onda del
reggaetón ha contaminado varios de los lugares que ellos solían visitar, pero
así como quieren al Centro, quieren también al Periodista.
-
“Vamos a comprar ¿ron o guaro?”, le dice
Jaime a Marco.
-
“Una pola y decidimos”, responde Marco.
El centro se ha vuelto un lugar muy prometedor, pareciera
que cualquier cosa puede suceder. Los contrastes de la gente que pasa, el
ambiente de movilidad y ruido continuo, los olores fuertes al pasar por los
caños y esquinas vacías, junto con los inconfundibles aromas de vicio y licor
que se sienten al llegar al Parque.
Jaime se sienta en una de las ceras junto con Marco,
toman un sorbo de cerveza Águila y llega Joni, uno de los integrantes del
tercer proyecto al que pertenece Jaime: Alopecia.
Alopecia, es una banda de punk que suena a muchas cosas; más
que hacer música es un proyecto que busca que sus integrantes pasen un buen
rato. Es una banda conformada por cuatro amigos, varios mencionados ya antes:
Alejandro Vélez, Joni Benjumea, José Gallardo y Jaime Carvajal.
En sus inicios, la conformación de la agrupación fue idea
de Joni y Alejandro, luego se integraron Gallardo y Jaime, quien comenta que
las letras eran divertidas, todas sin ninguna pretensión mediática. El
sentimiento y el ruido se conjugaban para crear música y la idea siempre ha
sido pasarla bien.
En la banda, Joni es el vocalista, Gallardo toca el bajo,
Alejandro la batería y Jaime la guitarra, quien dice que lo que más le gusta de
ese instrumento es el carácter que posee, la presencia que genera, la actitud y,
sobre todo, la cantidad de energías, pasiones y presiones que se pueden
descargar sobre ella.
´´Siempre me ha gustado el ruido en la música, la
expresividad hasta el punto desbordante; esa es otra de las razones por las que
me gusta tanto el Centro de la ciudad y la guitarra, además de que es un
instrumento que me permite la espontaneidad porque puedo tocarlo de la forma en
que quiero´´.
Han pasado varias horas, el Periodista huele a orines y a
bareta, Jaime va en la cuarta cerveza y Marco se fue con Joni y otros amigos a
comprar más licor.
Algunos de los hobbies de Jaime son el cine y el cómic, pero con la literatura tiene una
afinidad especial. Le gusta leer y aprecia mucho la poesía, hasta el punto de
considerarla un reto similar al de hacer canciones. Él pertenece al taller de
literatura de la Biblioteca Pública Piloto desde hace 4 años. Entró primero en
el mundo de la música y luego en el de la literatura, sin embargo en sus letras
se nota cierta expresividad que a veces se torna romántica.
Con cara de desgane y una expresión de rabia ante la
música que acaban de poner en el bar del frente, se para y va a buscar a sus
amigos, siempre atento de lo que suena y la conjugación de ruidos que acontecen
en el parque. Con sus dedos golpea la botella y tararea un rato otra canción.
Cruza el semáforo, son las diez de la noche y Jaime en
medio de su poca sobriedad comenta la importancia de ser buen músico. Considera
que es necesaria una formación y aunque hay muchas excepciones, tiene cierto
tipo de fe convincente en su estudio y práctica.
´´Se debe aprender mucho sobre la forma y estructura,
pero antes de eso uno debe buscar primero una expresividad propia, la forma es
importante y el estudio permite llenarse de herramientas que complementen la
experiencia. La fama se vuelve una artimaña para seducir a los músicos a producir
lo que los demás desean, volver sus creaciones un producto comercial y no un
reflejo de la identidad, que es lo que en realidad es. Por eso es importante
escucharlo todo, los ruidos, las mezclas, la calle, la gente, los tonos, y
otros músicos de otros lugares, conocer mucho, volverse ´nerds´ de la música y abrirse a posibilidades donde el éxito y el
progreso no están solo ligados al dinero, sino también al sentimiento y la
identidad que logra crear el artista con lo que hace´´.
Jaime se va, aún no encuentra a sus amigos. La noche se
pone cada vez más ruidosa, y la oscuridad y el peligro aumentan. El Parque del
Periodista, lleno de caos, permite sentir realmente una parte de la ciudad y su
gente, que mezcladas con el ruido, combinan de forma armoniosa lo que es el
Centro de Medellín.
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